Esta gran obra visual que recubre el suelo del Moana Bar es una continuación del arte panorámico desarrollado en la pared de este espacio. Unidos tanto materialmente (no hay barreras físicas entre ambas obras) como conceptualmente, ambas piezas unidas forman una gran composición que envuelve al visitante en un entorno visual ilimitado.
La unión de esta obra con la composición de la pared crean un entorno visual envolvente que transporta al espectador a un contexto onírico en el que puede sentirse flotando, habitando un contexto del que siente formar parte. El resultado de la unión de este suelo y el arte en la pared crean una propuesta para este espacio que convierte el Moana Bar en una experiencia que mezcla de arte, arquitectura e interiorismo de forma única.
Un universo visual habitable que encierra significado y que establece un diálogo con el espectador.
Esta composición para el suelo es una vibrante fusión de elementos culturales que continúa con la propuesta central de la inesperada fusión de dos culturas tan diferentes como son la mexicana y la japonesa, a través de la mezcla de elementos icónicos y símbolos visuales de la identidad de ambas culturas que crean un paisaje colorido y simbólico que parece, a simple vista, un «lago» de elementos sobre el que se puede flotar o levitar.