DICIEMBRE: el solsticio de invierno y la reina Mab

 

 

La reina Mab con su cortejo de duendes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Según la tradición céltica y también romana, se sentía el solsticio de invierno como un momento en que los espíritus amenazadores salían del mundo subterráneo y podían causar calamidades e infortunio a los hombres. Se percibía ese gran cambio de la naturaleza en que fuerzas telúricas renovaban la vida.

La triple diosa -doncella, madre y anciana- llamada Dana o Morrigan, diosa de la guerra, de la sensualidad y la fertilidad, regía este mes, estación de un frío húmedo y brumoso y luz crepuscular, sobre todo en las zonas septentrionales de Europa, mes a un tiempo atemorizador y misterioso, pero punto de inflexión para el renacimiento del mundo.

Más tarde la diosa Morrigan, devino en hechicera o maga y pasó a ser conocida como la reina Mab o Maeve, la reina de las hadas, referente poético muy querido por Shakespeare:

 

                      Mercutio:  Sin duda te ha visito la reina Mab, nodriza de las hadas.
Es tan pequeña como el ágata que brilla en el anillo de un regidor.
Su carroza va arrastrada por caballos leves como átomos, y sus
radios son patas de tarántula, las correas son de
gusano de seda, los frenos de rayos de luna: los huesos,
grillo e hilo de araña forman el látigo: y un mosquito
de oscura librea, dos veces más pequeño que el insecto
que la aguja sutil extrae del dedo de ociosa dama, guía
el espléndido equipaje. Una cáscara de avellana forma
el coche elaborado por la ardilla, eterna carpintera de
las hadas. En ese carro discurre de noche y de día
por cabezas enamoradas y las hace concebir vanos deseos..»
(Romeo y Julieta)
  
 
 
 
 
 
 
 Hada: Sobre el llano y la colina,
entre arbustos y rosales silvestres,
sobre el parque y el cercado, por entre el agua
y el fuego; por todas partes vago más rápida
que la esfera de la luna, y sirvo a la reina de las hadas
para empapar de rocío sobre el césped los círculos
que dejan sus bailes. Las altas velloritas son
sus pasionarias. Veréis manchas en sus mantos
de oro: son los rubíes, ofrendas de hadas; en sus
motas rojizas residen sus perfumes. Allí debo buscar
algunas gotas de rocío y prender una perla en la
oreja de cada prímula»
 
(El sueño de una noche de verano)
 
 
 
 
 
Muérdago, acebo, hiedra y musgo … acompañan a Diciembre:
 
 
 
 
  Musgo
 
¿Como se sentirá el musgo,
ese estuche de las rocas?
le imagino,
reverdeciendo en la oscuridad
buscando el norte
y el silencio de los pájaros
que partieron hacia al sur
¿Cómo se las arregla el musgo
todo el día
en lugares sombríos
y nunca una tos?
 
Polvo húmedo
donde la luz se desvanece,
el cincel
podría grabar nombres
 
(Bruce Gernsey)
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
Esta entrada fue publicada en Poesia. Guarda el enlace permanente.