La Calle de Postas y El Gato Negro

 

 

 

Hacia bastante tiempo que no entraba a la Plaza Mayor por la calle Postas y cual no sería mi sorpresa cuando ayer ví que la tienda de lanas El Gato Negro, todo un símbolo para los madrileños, había quedado reducida a una cuarta parte de su fachada, una tienda casi testimonial de aquella amplia, cálida y majestuosa, con estanterías llenas de multicolores madejas de todo tipo de lanas. Las otras tres cuartas partes de la fachada están ocupadas por un salón de te y una tienda aséptica, de «diseño» y tan fria como las figuras de cristal Swarovski que vende.

La tienda tal como era

 

 

 

 

 

 

Estos escaparates con sus básculas antiguas, (la tienda tenía más de 100 años de antigüedad) y muestras de toda clase de materiales para tejer gozaban de una clientela fiel, a veces el comercio estaba abarrotado.

 

 

 

 

No obstante, su enclave estratégico en la entrada más transitada a la Plaza Mayor y paso obligado de turistas, ha determinado la casi extinción de este comercio tradicional, de esos que proporcionaban sabor y alma a Madrid.

 

En la misma calle, hace pocos años, sucumbió una droguería, Martínez Orué fundada en 1888 que, al igual de Riesgo, comercializaba productos químicos al por menor, aceites esenciales, ingredientes cosméticos, aromas, pigmentos …

 

 

 

 

Cuanto tardarán en desaparecer de la calle Postas los otros dos o tres establecimientos señeros, alguno de ellos como Sobrinos de Pérez, mencionada en «Fortunata y Jacinta» o la Posada del Peine?

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3 respuestas a La Calle de Postas y El Gato Negro

  1. Gema dijo:

    Cuantas tiendas llenas de historia, testigo de la vida de los madrileños, han ido desapareciendo poco a poco, transformando sus hermosas fachadas en locales comunes de tragaperras o alimentación china. Que pena el no proteger nuestro patrimonio, saber conservarlo y cuidarlo y sentirnos orgullosos de ello.

  2. calacho dijo:

    mi querida calle postas desde 1965 que me marche de Madrid creo que estube un par de veces despues cuando fui de novio con mi novia y la otra vez cuando me case pero ahora amis 71 años dicha calle la añoro mucho aquel bar que vendia unos soculentos bocadillos de calamares y aquellos vendedores de pitillos y mecheros dando grandes voces y lo demas que contais yo creo que somos todos culpables ,primero los que dejan el negocio por vejez los hijos no quieren cojer el negocio y segundo nosotros ya no bamos a comprarlos las mercancias y vamos al supermercado y los grandes almacenes un saludo

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