THOMAS HARDY (1840-1928). Poemas

 

El gamo ante la casa solitaria


Afuera, en las tinieblas, alguien mira
a través del cristal de la ventana
desde la blanca sábana aterida.
Afuera, en las tinieblas alguien mira
cómo, en vela, aguardamos la mañana
junto a la lumbre de la chimenea.
 No alcanzamos a ver esos dos ojos
que nos contemplan desde la intemperie
y reproducen los destellos rojos
del fuego. No advertimos esos ojos,
ojos maravillados, rutilantes,
y sus pasos furtivos, vacilantes.
 
 
 

El acantilado de Beeny

Oh, el zafiro y el ópalo de este errante mar de occidente,
y una mujer en lo alto con el cabello al viento cabalga sonriente,
la mujer que amé tanto y que me amó fielmente.
 
 A nuestros pies el rugido continuo y las lejanas olas de la mar
semejaban un cielo inferior, engolfado en su propio palpitar,
mientras reíamos alegres en aquel mes de marzo que no podré olvidar.
 
 Una pequeña nube nos ocultó, y brotó una lluvia irisada,
y se tiñó el Atlántico de una imprecisa y leve pincelada,
luego salió de nuevo el sol y de un tono purpúreo quedó la mar bañada.
 En su profunda y abisal belleza aún el viejo Beeny ocupa bajo el cielo su lugar,
pero ella y yo el próximo mes de marzo no volveremos allí de nuevo a pasear,
ni las dulces palabras que dijimos se volverán a escuchar.
 
Pues aunque todavía la abisal belleza se alza en aquella agreste ribera de occidente,
la mujer, a la que el pony llevaba a paso de andadura está ahora ausente,
ya no sabe de Beeny ni le importa y no volverá a reír jamás alegremente.
 
 
 
  Después
 
 Cuando el Presente cierre sus puertas tras mi paso
y, cual recién hilada seda, las tiernas rosas
de mayo acune el viento, ¿dirá el vecino acaso:
«Era de los que suelen apreciar estas cosas»?
 
 Si es al ocaso y cruza sobre el denso follaje,
como en un parpadeo, un halcón por la umbría
y se posa en la zarza que el viento arquease,
pensará quien lo vea: «También él lo vería»
 
 Si en la noche oscura y tibia, de insectos poblada,
cuando el erizo corre furtivo por el prado,
tal vez alguien dijera: «Porque nadie dañara
a estas pobres criaturas veló, y poco ha logrado»
 
 Si al oir que he partido, junto al umbral se quedan
contemplando los astros en el cielo de invierno,
¿pensarán los que ver mi rostro ya no puedan:
«Fue alguien que meditó sobre el misterio eterno?
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4 respuestas a THOMAS HARDY (1840-1928). Poemas

  1. marco barrón dijo:

    buena traducción, aunque será posible eliminar la cadencia y dejar las versiones en verso blanco?

    • Lydia dijo:

      En algunas ocasiones, como en Cocteau o algún otro sí me permití una traducción libre puesto que no encontré nada editado en español pero en este caso he sólo he trasladado la versión ya traducida y publicado, por lo que no puedo cambiarlo.
      Un saludo.

  2. marco barrón dijo:

    el poema del gamo es el que más se acerca a lo que pienso que debe ser una buenísima traducción

  3. josea dijo:

    Que… no se comunique a nadie mi muerte,
    O que nadie llore por mí,
    Y que no me entierren en tierra sagrada,
    Y que nadie pueda ver mi cuerpo muerto,
    Y que ningun llora duelos me siga en mi entierro,
    Y que no se depositen flores en mi tumba,
    Y que ni un solo hombre me recuerde.
    Ésta es mi voluntad.

    thomas hardy

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