NUNCA DE TÍ
Nunca de tí me atrevo a hablar imenso cielo de mi barriada ni de vosotros tejados que contenéis la cascada del aire bellos aterciopelados tejados cabellos de nuestras casas callo también de vosotras chimeneas laboratorios de la tristeza abandonadas por la luna estirando vuestros cuellos y de vosotras ventanas abiertas-cerradas que os resquebrajáis de través cuando morimos en ultramarNi siquiera describiré la casa que conoce todas las fugas y mis retornos aunque pequeña es y no abandona a mi párpado cerrado nada devolverá el aroma de la cortina verde ni el crujir de la escalera por la que traen una lámpara encendida ni de la fronda sobre el portón
Querría en verdad escribir sobre el picaporte de la cancela de esta casa de su apretón áspero y su amistoso crujir y aunque de él sé tantas cosas repito sólo la cruelmente común letanía de las palabras
Tantos sentimientos caben entre un latido y otro, tantos objetos es posible asir con ambas manos!
No os sorprendáis de que no sepamos describir el mundo tan sólo hablamos a las cosas con ternura por su nombre de pila
ESTEROSCOPIO
Una gran barrica parda en la que van vertiendo el azul de París, la plata arábiga, el verdor inglés. Añaden además una pulgarada del rosa de la India y lo remueven todo con un gran cucharón. El espeso líquido exuda por las hendiduras y el gentío, que se apiñó junto a la barrica como moscas, lame voraz gota tras gota. Pero ay, por poco tiempo. La campana del tranvía, irónico trasatlántico, covoca ya a los soñadores.
CARACOLA
Delante del espejo en el dormitorio de mis padres había una caracola rosa. Solía acercarme a ella de puntillas y con un repentino movimiento ponérmela en la oreja. Quería pillarla en ese momento, cuando no siente añoranza con su monótono susurro. Aunque era pequeño, sabía que incluso cuando se ama mucho a alguien, a veces sobreviene el olvido.
SEQUOIA
Góticas torres de acículas en el valle del torrente no lejos de Mount Tamalpais donde al alba y al atardecer densa la niebla como oceánicos ira y arrobamiento en esta reserva de gigantes enseñan un árbol cortado éneo tocón de occidente de vetas desmesuradamente regulares como círculos en el agu y agún perverso inscribió aquí las fechas de la historia humana; a una pulgada del centro del tocón el incendio de la lejana Roma de Nerón, en la mitad la batalla de Hastings la expedición nocturna de los drakkars el pánico de los anglosajones la muerte del desdichado Harold está referida con ayuda de un compás y, finalmente aquí, en la orilla de la corteza el desembarco de los Aliados en NormandíaEl Tácito de este árbol era un geómetra, no conocía adjetivos no conocía la sintaxis que expresa terror, no conocía ninguna palabra así que contó, añadió años y siglos como queriendo decir que no hay nada salvo nacimiento y muerte, nada sólo nacimiento y muerte y en el interior la cruenta pulpa de la sequoia.
(Antología de poemas recogida en el libro «Informe desde la ciudad sitiada»)
* Zbigniew Herbert (Polonia 1924-1998): innumerables premios literarios y candidato al Nóbel en varias ocasiones. Defensor a través de su obra de la belleza, el sentimiento, la nostalgia, todo aquello que hace humano al hombre frente a la barbarie y la brutalidad.