Amy Shackleton (Toronto, 1986), utiliza una técnica tradicionalmente empleada en el arte abstracto: botes de plástico con los cuales lanza chorros de pintura al lienzo, luchando con la fuerza de la gravedad, ya que que tiene que controlar, medir y planificar (como ella misma explica) esas rociadas de color, a veces rotando el lienzo al tiempo que los aplica.
Su originalidad no acaba ahí sino que continúa con la temática de sus cuadros: paisajes en los que agua y vegetación salvajes parecen asaltar con ánimo destructivo tersos rascacielos metálicos
Un universo desolado sin seres vivos pero de colores luminosos y acerados …
Edificios que emergen como los restos de una civilización extinguida ..
Aunque la artista quizás solo intente mostrarnos una utopía: naturaleza e hipercivilización coexistiendo en un mismo plano