Divertida e inteligente comedia, llena de ironía, sobre las revueltas de Flandes contra el dominio español en el siglo XVI. Jacques Feyder nacido en Bruselas, francófono y que realizó gran parte de su carrera en Francia dirigió esta cinta. De este film se ha dicho ya casi todo lo que se puede decir pero nunca está de más recordar que esta ahí, revisitarlo o descubrirlo en el caso de los jóvenes:
Una pequeña población de los países bajos llamada Boom recibe noticias de que las tropas españolas se dirigen hacía allí. Inmediatamente se reúnen las fuerzas vivas a deliberar: el burgomaestre y todo el concejo de comerciantes importantes.
Estos sobrealimentados y timoratos ciudadanos de bien (precisamente el burgomaestre había preparado el matrimonio de su hija con el carnicero del pueblo), deciden que sería contraproducente hacer frente al enemigo, por lo tanto el burgomaestre se hará pasar por muerto y el resto de las autoridades acompañarán en el velatorio, intentando de esta forma atenuar la cólera del enemigo.
Las mujeres ante esta muestra de cobardía de sus maridos que las dejan solas ante lo que se avecina, deciden hacer frente y preparan una estrategia de cortesía y agasajos al invasor.
Pero … en esta vida nada es lo que parece. Todo la historia deriva hacia el regocijo y la farsa, con diálogos llenos de ingenio, situaciones jocosas y, además, ilustrativas.
Porque lo más gracioso ¡paradojas de la vida! es que las terribles represiones de las tropas «españolas» que siempre están recordando en los Países Bajos, fueron ordenadas por un emperador, cuyo padre era de Flandes, que había nacido, crecido y sido educado en Gante bajo tutores y maestros flamencos, y que a los 19 años cuando pisó tierra española apenas chapurreaba nuestra lengua y desconocía nuestra costumbres. Y en cuanto a los tercios, al menos en una época estaban compuestas por soldados de diversos países, algo así como una «Otan».