Leopoldo María Panero. Poemas

 

Leopoldo María es hijo de otro gran poeta del mismo nombre. Hace unos años se publicó una recopilación de sus poemas escritos antes de 1970 bajo el título «Así se fundó Carnaby Street». Como se dice en el prólogo, Leopoldo siempre iba contracorriente, siendo solamente él mismo; podríamos decir que fue un outsider, fuera de las modas: su lucidez amarga, su lirismo desesperado nos retrotraen a las épocas de los poetas malditos.

Estos poemas pertenecen a años aún levemente luminosos; el alcohol y las drogas no habían cubierto su vida de sombras totalmente.

 

 

 

 

 

 

 

HIMNO AL SUEÑO


Llega tarde nuestro recaudador de impuestos; es preciso rogarle que no nos deje sin su protección, somos miembros de su sindicato, necesitamos de su pequeño chantaje; no importa el dinero, iremos solos a su encuentro, no marcaremos el número de alarma, no avisaremos a la policía, esperando por fin nuestro rescate.

 

 

20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

 

Como un hilo o aguja que casi no se siente
como un débil cristal herido por el fuego
como un lago en que ahora es dulce sumergirse
oh! esta paz que de pronto cruza mis dientes
este abrazo de las profundidades
luz lejana que me llega a través de la inmensa lonja
de la catedral desierta.

 

Quien pudiera quebrar estos barrotes como espigas
dejadme descansar en este silencioso rostro que nada exige
dejadme esperar el iceberg que cruza callado el mar sin luna
dejad que mi beso resbale por su cuerpo helado
cuando alcance la orilla en que sólo la espera es posible
oh, dejadme besar este humo que se deshace
este mundo que me acoge sin preguntarme nada de este
mundo de titíes disecados

Morir en brazos de la niebla
morir sí, aquí, donde todo es nieve o silencio
que mi pecho ardiente expire tras de un beso a lo que es sólo aire
más allá el viento es una guitarra poderosa pero él no nos llama

 

y tampoco la luz de la luna es capaz de ofrecer una respuesta
dejadme entonces besar este astro apagado, traspasar
el espejo y llegar así a donde ni siquiera el suspiro es posible
 

 

dónde sólo unos labios inmóviles
ya no dicen o sueñan
y recorrer así este inmenso Museo de Cera deteniéndome
por ejemplo en las plumas recien nacidas
o en el instante en que la luz deslumbra a la crisálida
y algo más tarde la luna y los susurros
y examinar después los labios que fulgen cuando dos
cuerpos se unen formando una estrella
y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a caer
sobre la tierra sorda quiere en vano volver sus alas
hacia lo verde que ahora la desconoce.
 

 

 

LA MUERTE DE ORLANDO

Mucha gente abandona a los animales en los parques. Cuando amanezca, el frío habrá acabado con ellos. El policia de guardia podrá escuchar a media noche, el último maullido del Gato Negro, llamando en vano a la Reina de los Gatos.
 
 
 
 
 
 
Y aquella tarde que fui al ballet ruso. Mi padre me llevaba de la mano. Su risa se parecía a la muerte. ¿O era él quien se parecía a la muerte? Las cenizas de la marihuana son blancas. Esto claro, no se aprende en la escuela.

 

 

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