Basil Dearden dirigió esta película en 1959 tras los graves disturbios raciales que tuvieron lugar en Londres el año anterior. Una gran masa de inmigrantes de color procedentes de los territorios de las Commonwealth habia ido llegando al país y se habían establecido en barriadas en las que convivían con la clase trabajadora blanca: diferentes razas, choque de culturas, diferente forma de ver la vida.
Esta situación, tan común en la Europa actual, tuvo en Gran Bretaña uno de los primeros exponentes.
La historia es simple: arranca con el descubrimiento del cadáver de una estudiante blanca de clase media en una zona boscosa de Hampstead. La policia comienza su investigación que irá desarrollándose como si una serie de velos que se superponían fueran cayendo, mostrando una realidad inesperada. Los investigadores se verán sorprendidos: el racismo no es unilateral. Entrevistas, interrogatorios a los implicados de ambos bandos, persecuciones, todo ello con ritmo ágil y diálogos precisos e incisivos, sin una palabra innecesaria.
Basil Dearden intentó mostrar todas las caras del problema: el inmigrante bien adaptado, con estudios, que ha accedido a un buen nivel de vida y se ha integrado; esos otros, una gran mayoría, que quizás nunca lo lograrán; la población blanca que sentía como una agresión la presencia de esos extraños en sus calles y su entorno ..
Una más que interesante película, de calidad, que no obstante recibió críticas por parte de intelectuales de color, que veían en algunas de las escenas prejuicios raciales y le reprocharon su tibieza al tratar el tema.
Buena fotografía y nostágicos planos de los barrios del Londres de los 50.