Los cazadores de las Grandes Llanuras

 

 

Norteamérica estaba poblada por numerosas naciones de indios a la llegada del hombre blanco. Algunas de esas naciones habían alcanzado niveles de cultura comparables a otras civilizaciones del resto del mundo, por ejemplo la tribu de los Pueblos, los Semínolas, los constructores de Túmulos, etc. Y sin embargo, el hombre civilizado quedó impactado por los pueblos que ocupaban las Grandes Llanuras que aún estaban en el estadio de cazadores-recolectores.

Aquello que impresionó a los blancos y que animó a muchos de ellos a unirse a ese modo de vida, creo que fue la imagen de estos cazadores como hombres libres.

Quizás esa etapa de la prehistoria haya sido el auténtico paraiso en la tierra; los indios de las llanuras vivían como nómadas, su vida estaba marcada por la estaciones, la recolección de frutos silvestres y las migraciones de animales, especialmente los bisontes como miles de veces hemos visto en la pantalla. Practicaban, al igual que sus antepasados llegados desde Siberia a través del Estrecho de Bering, una especie de religión panteista, sintiéndose hermanos de los animales y seres vivos. Su organización jerárquica recordaba a las tribus germanas: primus inter pares, es decir «el mejor entre sus iguales». El jefe era elegido por su prestigio dentro de su pueblo y tenía que hacer honor a ese prestigio.

Su vida no era lo que ahora consideraríamos «fácil», es decir ociosa. Siempre había trabajo, pero los miembros de cada clan o tribu se sentían parte integrante de esa comunidad y recibían protección y consideración por parte de su grupo.

Fueron novelados por escritores que se apartaron de la «versión oficial», tales como Fenimore Cooper, Oliver Curwood o Jack London, que mostraron ese modo de existir del cual los indios eran muy conscientes y por el que se sentían afortunados.

No obstante, a medida que las luchas por la posesión de los territorios se fue agudizando, los dos bandos, indios y blancos pusieron en juego toda su capacidad guerrera y su crueldad. El indio cometió muchas atrocidades, a veces empujado por la desesperación, y los blancos no se quedaron atrás.

Estas fotografías corresponden al final de su historia como pueblos libres. Van acompañadas de declaraciones hechas por ellos (a veces al ser hechos prisioneros), intentando justificar sus acciones. Y, a pesar de la crónica negra que se hizo recaer sobre ellos, uno no puede menos de impresionarse por el aire de dignidad mezclado con sufrimiento y de la majestuosa aceptación del destino que emana de sus retratos …..

 

 

Caballo Loco (tashúnka uitko) – Oglala Sioux
 
 
 

«Yo era hostil al hombre blanco … Preferíamos cazar que una vida de ociosidad en nuestras reservas. Algunas veces no teníamos suficiente para comer y no estabamos autorizados para cazar. Todo lo que queríamos era estar en paz y que nos dejaran solos. Los soldados llegaron … en el invierno .. y destruyeron nuestros poblados. Entonces Cabello Largo (General Custer) vino … Dijeron que le habíamos masacrado, pero él nos hubiera hecho lo mismo a nosotros. Nuestro primer impulso fue escapar … pero estabamos tan cercados que tuvimos que luchar. Después de aquello yo viví en paz, pero el gobierno no me dejaba tranquilo. No se me permitió estar en paz. Estaba tan cansado de luchar…. Intentaron atraparme … un soldado me clavó su bayoneta. He hablado.»


 


Satanta – Jefe Kiowa

«Amo a esta tierra y a los bisontes y no me separaré de ellos. Quiero que entiendas bien lo que digo. Escribe esto en un papel … Oigo un montón de buenas palabras de los hombres blancos que el Gran Padre nos ha enviado, pero ellos nunca cumplen lo que dicen. No deseo que haya escuelas ni iglesias dentro de nuestro territorio. Deseo que nuestros niños crezcan como lo hicimos nosotros.
He sabido que intentan llevarnos a una reserva cerca de las montañas. No deseo que nos asienten allí. Adoro recorrer las praderas. Allí me siento libre y dichoso, pero cuando nos asentamos en una reserva empalidecemos y morimos.
Esta tierra perteneció a nuestros padres, pero cuando voy rio arriba veo campos de soldados en las riberas. Esos soldados talan los árboles, matan los bisontes y cuando veo eso, siento como si mi corazón ardiera.»

 

 

 
 
 
 
 
 
Morning Dove  (Humishuma) – Mujer Salish
 

«…. todo en la tierra tiene un propósito, cada enfermedad una hierba que la cura, y cada persona una misión. Esta es la teoría india de la existencia.»

 

 

 

 

 

Toro Sentado (Tatanka Iyotanka) – Jefe Sioux

 

 

 

«¿Que hombre blanco puede decir que jamás le robé sus tierras o un penique de su dinero? Y sin embargo dicen que soy un ladrón.

Que mujer blanca, incluso estando sola, fue jamás hecha cautiva o insultada por mí? Y sin embargo dicen que soy un indio malvado.

Que hombre blanco me ha visto jamás bebido?

Quien ha venido a mí hambriento y no ha recibido alimento? Quien me havisto jamás golpear a mis esposas o a mis hijos? Que ley he desobedecido?

Hago mal en amar lo mío? Es perverso lo que hago tan solo porque mi piel es roja? Porque soy un Sioux? Porque he nacido donde vivió mi padre? Porque daría mi vida por mi gente y mi tierra?»

 

Nube Roja (Makhpyia-luta) – Jefe Sioux

«Mírame – Soy pobre y estoy casi desnudo, pero soy el jefe de una nación. No deseamos riquezas sino educar a nuestros hijos en el camino recto. Las riquezas no nos harán ningún bien. No podríamos llevarlas con nosotros al otro mundo. No, no queremos riquezas. Queremos paz y amor.»

 

*****

 

«Una vez estuve en la ciudad de Victoria, y vi una gran casa. Me dijeron que era un banco, y que los hombres blancos dejaban su dinero allí para que se lo cuidasen, y cuando lo sacaban, les daban más dinero como interés.

Nosotros somos indios y no tenemos cosas como los bancos; pero cuando poseemos mucho dinero o mantas, les damos lo que nos sobra a otros jefes y a la gente, y tarde o temprano eso nos es devuelto con creces y nuestros corazones se sienten bien. Nuestra forma de donar es nuestro banco.»

Maquinna – Jefe Nootka

 

 

Oración Sioux
 
 
Oh, Gran Espíritu, cuya voz oigo en el viento
Cuyo aliento da vida al mundo, óyeme
Vengo a tí como uno de tus hijos
Soy pequeño y débil
Necesito tu fuerza y tu sabiduría

 

Ayúdame a vivir con belleza
Haz que mis ojos puedan contemplar el atardecer rojo y púrpura
Haz a mis manos respetuosas hacia la creación
Y mis oidos atentos a tu voz
Hazme sabio para que pueda conocer lo que has enseñado a tus hijos
Las lecciones que has escrito en cada hoja y cada roca
Hazme fuerte!
No para ser superior a mis hermanos, sino para luchar contra mi mayor enemigo .. yo mismo

 

Hazme estar preparado para acudir a tí con mirada limpia,
para que cuando la vida se apague como se desvanece la luz en el ocaso,
pueda mi espíritu presentarse ante tí sin deshonor
 
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Una respuesta en “Los cazadores de las Grandes Llanuras

  1. Nelson Eduardo Dominguez dijo:

    A veces la sabiduría se obtiene de las vivencias y sin lugar a dudas del respeto por el otro. Me da gracia cuando dicen que son analfabetos e ignorantes.-
    Deberíamos volver a ser indios. Mis respetos por ellos y gracias por sus enseñanzas.-

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