SHINTO
Cuando nos anonada la desdicha, durante un segundo nos salvan las aventuras ínfimas de la atención o de la memoria: el sabor de una fruta, el sabor del agua, esa cara que un sueño nos devuelve, los primeros jazmines de noviembre, el anhelo infinito de la brújula, un libro que creíamos perdido, el pulso de un hexámetro, la breve llave que nos abre una casa, el olor de una biblioteca o del sándalo, el nombre antiguo de una calle, los colores de un mapa, un etimología imprevista, la fecha que buscábamos, contar las doce campanadas oscuras, un brusco dolor físico.(Qué es la mente sino un intrincado laberinto?)
EL HILO DE ARIADNA
El hilo que la mano de Ariadna dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la espada) para que éste ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el hombre con cabeza de toro o, como quiere Dante, el toro con cabeza de hombre, y le diera muerte y pudiera, ya ejecutada la proeza, destejer las redes de piedra y volver a ella, a su amor. Las cosas ocurrieron así. Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto esta el otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea.El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad. Cnossos, 1984
EL GO
Hoy, 9 de septiembre de 1978, tuve en la palma un pequeño disco de los trescientos sesenta y uno que se requieren para el juego astrológico del go, ese otro ajedrez del Oriente. Es más antiguo que la más antigua escritura y el tablero es un mapa del universo. Sus variaciones negras y blancas agotarán el tiempo. En él pueden perderse los hombres como en el amor y en el día. Hoy 9 de septiembre de 1978, yo, que soy ignorante de tantas cosas, sé que ignoro una más, y agradezco a mis númenes esta revelación de un laberinto que nunca será mío.