A un ratón de campo, al sacarlo de su madriguera con un arado
Siento de veras que el dominio del hombre Haya roto el pacto que la Naturaleza establece, y justifique la errada opinión Que te hace mirar atónito pobre compañero nacido de la tierra. E igualmente mortal.
No dudo, no obstante, que es posible que robes ¿Qué importa?, pobre criatura, ¡tienes que vivir! Una espiga ocasional de una gavilla es pequeña pretensión. ¡Me daré por contento con el resto Y ni la echaré en falta!
De tu pequeña casita, también en ruinas, sus frágiles paredes los vientos esparcen Y no hay, ahora, para construir una nueva, Hierba recién cortada! ¡Y los vientos miserables de diciembre están al caer, tan severos como vivos!
Tú que viste los campos quedar desnudos y yermos Y cómo el duro invierno se echaba encima Y aquí, calentito, a salvo de la tormenta Pensaste que te quedarías hasta que el cruel labriego pasó y arrancó tu refugio.
Ese pequeño montón de hojas y ramujos te había costado unas cuantas roeduras agotadores Ahora te han dejado, después de todo tu esfuerzo Sin casa ni hogar Para soportar los chorreantes aguaceros del invierno Y el frío rocío de la mañana.
Robert Burns (1759-1817) Escocia.
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Muchas gracias, hermosos versos.