Que misteriosa soy
Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: qué misteriosa soy.
Soy tan delicada y fuerte.
Y la curvatura de los labios conservó la inocencia.
No hay hombre ni mujer que no se haya mirado en el espejo
y no se haya sorprendido consigo mismo.
Por una fracción de segundo nos vemos como un objeto a observar.
A esto lo llamarían tal vez narcisismo, pero yo lo llamaría: alegría de ser.
Alegría de encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interna:
ah, entonces es cierto que no me imaginé, yo existo.
«No quiero la terrible limitación del que vive tan sólo aquello capaz de tener sentido. Yo no: quiero una verdad inventada»
«Ahí está él, el mar, la más ininteligible de las existencias no humanas. Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos. Como el ser humano hizo un día una pregunta sobre sí mismo, volviéndose el más ininteligible de los seres vivos. Ella y el mar.»