Jasón y los Argonautas hace días que han partido en la nave Argos hacia la Cólquide …..
«Orfeo respondió: – No puedo hablar con claridad en presencia de tres personas no iniciadas; pero si a la puesta del sol dejan que les tapemos los oidos con cera y les vendemos los ojos durante un corto espacio de tiempo, quizás cruzaremos el Helesponto esta mismo noche. Dejémonos arrastrar por el viento hasta que lleguemos a unas cuantas millas de la boca del estrecho y entonces haremos lo que tengamos que hacer. ……….. Entonces Orfeo vendó los ojos a Meleagro, a Atalanta y a Hilas, y les tapó los oídos con cera. En cuanto pudo hablar libremente le recordó a Jasón que era una necedad que los iniciados de Samotracia se consideraran un juguete indefenso en manos del viento; debían hacer uso inmediato de los talismanes y de los encantamientos que los Cabiros les habían enseñado en nombre de la Gran Diosa. Jasón no dijo ni que si, ni que no, y se refugió en un melancólico silencio, mientras que Orfeo, que de todos los argonautas era el que menos probabilidades tenía de cometer algún error en el ritual de Samotracia, invocó a la Triple Diosa bajo su nombre de Afítrite. Vertió una jarra de aceite de oliva sobre las olas y, en su nombre, pidió respetuosamente al Viento del Norte que cesara. Durante un tiempo, el Viento del Norte, a quien también invocaron respetuosamente sus hijos Calais y Zetes, no dio respuesta alguna, pero luego, poco a poco fue cesando. Orfeo ató una piel de víbora a la cola de una flecha y entonces, despues de pedir prestado un arco a Falero, disparó la flecha hacia el nordeste hasta perderla de vista, invocando al Viento del Sudoeste para que la siguiera. Mientras esperaban que empezara a soplar el nuevo viento, Peleo, que era el hombre más astuto de a bordo, le dijo a Jasón: – Señor, bajemos la vela y tiñámosla de negro. – Con qué propósito? – le preguntó Jasón. Peleo respondió: – De lo contrario, los troyanos la verán brillar a la luz de la luna cuando pasemos. Una vela negra pasará inadvertida. Argo objetó que una vela embreada sería difícil de manejar, y que se verían obligados a desembarcar en alguna parte y encender un fuego para calentar el tarro de brea del barco. Pero Peleo dijo: – Tengo un tinte que es mejor que la brea. -Entre las golosinas que habían traído de Lemnos había un tarro de valiosa tinta de jibia, procedente de las bolsas de tinta de miles de jibias. Esta tinta, que da un sabor dulce cuando se añade a los guisos o a las gachas de cebada, es de color muy oscuro. Augías, Idas y otros glotones se quejaron de que un licor tan delicioso se desperdiciara de aquel modo; pero descubrieron que si se mezclaba con agua bastaba la mitad del contenido del tarro para teñir toda la vela del color de las algas. ………….. – Afortunadamente – dijo Tifis- la corriente es más débil en el lado de Tracia que en el de Troya. También tiene menos remolinos, porque la costa es más recta; pero incluso en el lado de Tracia puede tener una velocidad de hasta dos nudos. ………………. » .. Desembarcaron junto al arroyo y estiraron las piernas, algunos recogiendo madera de deriva para un fuego, otros jugando a salta cabrillas. Jasón ocultó el mascarón de proa, poniendo sobre la cabeza del carnero otra que había traído consigo: la cabeza de un caballo blanco, hecha de cuero pintado, pues el caballo blanco era el mascarón de proa de los barcos que navegaban a Troya, y en aguas no dominadas por los troyanos, Jasón esperaba que los tomarían por súbditos del rey Eetes que regresaban a Cólquide de un viaje mercantil.»