(En este relato, Machen, a través de sus personajes, a finales del siglo XIX hace una evocación nostálgica del Londres que va desapareciendo. Todos habremos sentido en alguna ocasión, lo mismo respecto a nuestras ciudades)
«Bajaron por Fetter Lane y se lamentaron de la casa de Dryden -«creo que fue en 1887 cuando la derribaron»- y se demoraron en el antiguo emplazamiento de la Posada de Clifford- «en el siglo XVII se podía entrar»- y finalmente llegaron al Strand.
-Alguien ha dicho que era la calle más hermosa de Europa.
-Si, sin duda, en cierto sentido. De ningún modo en el sentido obvio; no era belle architecture de ville. Era una mezcla de todas las épocas, todos los tamaños, alturas y estilos: un incomparable encanto de calle; un conjuro, lleno de palabras que nada quieren decir a los no iniciados.
Siguió una especie de letanía:
-The Shop of the Pale Puddings, donde el pequeño David Copperfield podría haber comprado su almuerzo.
-Estaba cerca de Bookseller’s Row: viviendas del siglo XVI.
-Y de Chocolate as in Spain, frente a Charing Cross.
-Las oficinas del Globe, donde uno solía enviar sus primeros artículos.
-Los angostos callejones con escalones que descienden hasta el río.
-El aroma de la fabricación de jabón en la perfumería.
-La librería de Nutt, cerca de la carnicería de corderos galeses, donde se estrechaba la calle.
-Las oficinas del Family Herald, con una fotografía en el escaparate de una primitiva máquina de componer.
-Y Garden House en medio del césped, en Clement’s Inn.
-Y el parpadeo de aquellas viejas lámparas amarillas de gas, cuando el viento soplaba por la calle y la gente atestaba el pasaje que conducía al paraíso del Lyceum.
-¡Cuantos cambios!- susurró Perrott. Y empezó a preparar el ponche, rallando lo primero de todo los terrones de azúcar contra los limones, extrayendo así las delicadas y aromáticas esencias de la cáscara de la fruta mediterránea. Sacaron varias sustancias de las alacenas situadas en un rincón oscuro de la habitación: ron de la Jamaica Coffee House de la City, especias en cajas de porcelana azul, una o dos viejas botellas conteniendo esencias secretas. El agua comenzó a hervir, los ingredientes fueron espolvoreados y vertidos en la vasija marrón oscuro, la cual fue entonces tapada y puesta a calentar en el hogar, en el centro del fuego.
–Misce, fiat mistura– dijo Harliss….»
» … entre la tercera y la cuarta vez que se rellenaron los vasos, la conversación se apartó del centro de Londres y del perdido y amado Strand, y comenzó a internarse en territorios menos conocidos …… el sombrío laberinto de Clare Market, bajo arcadas y entre callejones, hasta llegar a Great Queen Street, cerca de la Taberna de Freemason y las pilastras rojas de Íñigo Jones ..» «..encaminándose a Holborn y tras extraviarse un poco para visitar Kingsgate Street -«igual que en la plancha de Phiz*, sórdida, estrecha y deplorable; pero me gustaría que no la hubieran echado abajo»- finalmente llegó a Theobald’s Road. Allí se demoraron un poco para examinar los aljibes de plomo curiosamente decorados que antes podían verse en los patios de algunas de las casas más antiguas… «
*Phiz, ilustrador de Dickens